Hoy 22 de junio quiero proclamar el Día Mundial Sin Día Mundial. Nos encontramos en una fecha no señalada en el calendario de efemérides de la ONU ni de ninguna de sus agencias fabricantes de días internacionales. Es una fecha atrapada entre el poderoso 21 de junio (Día Mundial del Yoga) que marca el inicio del verano, esa estación del año que tan poco difiere de la primavera y el otoño, y el 23 de junio, que celebra el Día Internacional de las Viudas y el apasionante Día de las Naciones Unidas para la Administración Pública.
Hoy sería el día perfecto para levantarse a las 10 de la mañana y no celebrar nada, o mejor dicho, para celebrar la Nada. La Nada en mayúsculas. Para no tener que concienciarse de Nada, para no tener que sensibilizarse ante las injusticias de ningún sitio, para no ser impelidos a la acción, para no recoger firmas de Nada.
Para que el Día Mundial Sin Día Mundial quedara oficialmente marcado en los telenoticias, las actividades escolares y los minutos de silencio que nunca llegan a los 60 segundos, incluso podríamos divulgar un hashtag de los que marcan tendencia. Ya podéis empezar a viralizar sin control, amigos, no os cortéis: #DíaMundialSinDíaMundial.
Hoy podría ser ese día mágico del dolce far niente, de los temas de no-conversación, de los periódicos en versión reducida, de los informativos hablando del calor durante 20 minutos a falta de esas benditas efemérides que, en una pirueta de lo más artificial, hacen actual cualquier tema una vez al año, pero solo ese día del calendario, ya que luego el asunto en cuestión se silencia para dar cabida a otros días mundiales que empujan desde atrás. ¿Os imagináis tener que pasar dos días seguidos tomando conciencia sobre la mutilación genital femenina (6 de febrero) o la paz (21 de septiembre)? Sería soporífero. Una monodosis anual es más que suficiente para aserenar conciencias.
Pero desengañémonos: hoy no podemos celebrar el Día Mundial Sin Día Mundial, porque esta jornada también nos la han quitado: las ansias conmemorativas han mancillado el 22 de junio y hoy tenemos que rendir homenaje al Día Mundial Sin Ropa Interior y al Día Mundial del Wolkswagen Escarabajo.
Increíble, ¿no?
Pues aún hay más: en 2011 y 2013 unos seres diminutos y azules que se dedican a ocupar setas también intentaron ocupar la fecha. Hoy es el Día Mundial de los Pitufos en recuerdo al nacimiento de su creador, Pierre Culliford, «Peyo», el 25 de junio de 1928. ¿Por qué celebramos el 22 de junio el nacimiento de un ilustrador que llegó al mundo un 25 de junio? Pues quizás porque el 25 de junio ya había sido elegido por la Organización Marítima Internacional para conmemorar el Día de la Gente de Mar, que no homenajea a los domingueros que se aposentan en las playas de la Costa Brava los fines de semana, sino a los profesionales marítimos de todo el mundo.
Volviendo a los duendes azules en pañales, su día de gloria surgió como una campaña de marketing para promocionar el lanzamiento de su segunda película, de título sorprendente: Los Pitufos 2. En este caso, no fue la comunidad internacional quien estableció la jornada conmemorativa con una resolución de la ONU, sino que se encargó de ello Sony Pictures para tratar de desbocar el fenómeno fan.
Muchos otros seres ficticios y movimientos han secuestrado días del año que hubieran podido ser, simplemente, días normales. El calendario nos depara, año tras año, el Día de la Gente Peculiar (10 de enero), el Día de Vestir de Rojo (7 de febrero), el Día de la Marmota (12 de febrero), el Día Internacional de Star Wars (4 de mayo), el Día de Llevar al Perro al Trabajo (22 de junio), el Día Mundial de los Ovnis (2 de julio), el Día Mundial del Programador (12 de septiembre), el Día Internacional de Hablar como un Pirata (19 de septiembre) o el Día Mundial del Retrete (19 de noviembre).
Y es que, más allá de las fechas reconocidas oficialmente por la ONU, muchas entidades, colectivos y empresas han sembrado el año de conmemoraciones. Tratan de emular la lógica de calendarios religiosos como el católico que marcan en rojo algunos días del año con el objetivo de celebrar sus festividades más relevantes en un ambiente de comunión y terapia de grupo.
Víctimas de nuestro complejo de rebaño, hacemos colas para ir a comprar el Black Friday, llenamos nuestro carrito de la compra online el Ciberlunes, nos convertimos en lectores improvisados el Día Internacional del Libro, nos indignamos con los techos de cristal el Día Internacional de la Mujer, reivindicamos cada 1 de mayo que una vez tuvimos derechos laborales y nos entristecemos cuando nos dicen que es Blue Monday, en un ejercicio de empatía transfronteriza. El 23 de febrero nos lo reservamos para visionar por milésima vez cómo un militar con gorro de pirata de bazar chino asaltaba el Congreso de los Diputados. Y todas estas conmemoraciones las sazonamos con algunos hashtags y reflexiones de gran carga emocional condensadas en los 140 caracteres que somos capaces de soportar del prójimo.
Hemos etiquetado todo nuestro mundo y nos hemos creído libres. Etiquetemos, también, el Día Mundial Sin Día Mundial.
Nos reencontramos el jueves que viene, Día Internacional de los Trópicos.
Molt bo Robert.
Realmente actuamos como borregos.
Estamos manipulados para pensar cada dīa lo que interesa al Estado y a los poderes fácticos
¡Me alegro que te haya gustado! Da bastante que pensar la calendarización de nuestros pensamientos por parte de la agenda mediática.