«¿De verdad vas a escribir otra novela sobre la guerra civil? Pero ¿tú eres gilipollas o qué?». Palabras fulgurantes que el escritor y cineasta David Trueba le dedica a Javier Cercas cuando el autor catalán le explica su interés en retomar el hilo de Soldados de Salamina y volver a escribir sobre el conflicto bélico. Esta vez, sin embargo, Javier Cercas se implica personalmente en la historia para tejer El monarca de las sombras.
Aunque no me parece la novela más brillante de Javier Cercas, El monarca de las sombras plantea una convivencia muy interesante entre dos narradores: el propio Cercas y un historiador que, de una forma objetiva y ceñida a los hechos documentados, relata los episodios bélicos que tuvieron lugar entre 1936 y 1938, durante la guerra civil española.
«Pensé que para escribir un libro sobre Manuel Mena debía desdoblarme: debía contar por un lado una historia, la historia de Manuel Mena, y contarla igual que la contaría un historiador, con el desapego y la distancia y el escrúpulo de veracidad de un historiador, ateniéndome a los hechos estrictos y desdeñando la leyenda y el fantaseo y la libertad de literato, como si yo no fuese quien soy sino otra persona y, por otro lado, debía contar no una historia sino la historia de una historia».
El narrador autoficcionado
Por un lado, El monarca de las sombras es un ejemplo de autoficción. En palabras de Cercas durante una de las presentaciones del libro, es «una novela de aventuras sobre la aventura de escribir novelas». Es decir que, en cierto modo, El monarca de las sombras está construido como un making of de la propia novela. En esta suerte de selfie literaria, el autor relata en primera persona el proceso de investigación de Javier Cercas sobre su tío abuelo Manuel Mena, un joven falangista de Ibahernando que murió a los 19 años en la batalla del Ebro y se convirtió en un mito para buena parte del pueblo extremeño y de la familia de Cercas.
«La historia de Manuel Mena era la historia de un vencedor aparente y un perdedor real; Manuel Mena había perdido la guerra tres veces: la primera, porque lo había perdido todo en la guerra, incluida la vida; la segunda, porque lo había perdido todo por una causa que no era la suya sino la de otros (…); la tercera, porque lo había perdido todo por una mala causa».
Esta investigación no se basa solo en consultas a archivos y entrevistas con supervivientes de los años 30, sino que también incluye (y esto es lo más interesante del libro) una introspección personal de Cercas para reconciliarse con el pasado franquista de su familia y con el recóndito pueblo de su infancia. En este conflicto personal el libro ofrece sus mejores pasajes.
Especialmente subrayable es su relato de cómo se creó el caldo de cultivo de la guerra civil española, alejándose de la imagen de fascistas con rabo y cuernos y rojos que devoraban niños. La versión que Cercas sostiene es que muchos de los que se alzaron en el golpe militar de 1936 habían sido partidarios de la República unos años antes, pero que los recelos hacia sectores tan paupérrimos como ellos que habían decidido desafiar a los señores les habían hecho abrazar las promesas de orden y estabilidad. Es más fácil ponerse en el lugar del otro cuando lo único que este otro quiere es salvar su vida y la de su familia.
Cercas se refiere a la frontera psicológica entre las dos Españas como una ficción que retrata a partir del microcosmos de Ibahernando:
(…) una inducida fantasía de desigualdad básica según la cual, mientras los campesinos sin tierras seguían siendo siervos, los campesinos con tierras se habían convertido en patricios y por tanto los intereses de unos y otros divergían sin remedio y su enfrentamiento resultaba inevitable; para entonces Ibahernando se había partido por la mitad: existía un bar para la gente de derechas y un bar para la gente de izquierdas, un baile para la gente de derechas y un baile para la gente de izquierdas (…)
El narrador neutro
En el otro lado de la moneda, El monarca de las sombras es un relato histórico, frío e impersonal que resigue el trayecto geográfico e interior de Manuel Mena por la España en guerra, sin adornos ni edulcorantes. Este narrador tampoco se permite conjeturas:
«No me lo preguntaré porque no puedo responder, porque no soy un literato y no estoy autorizado a fantasear, porque debo atenerme a los hechos seguros».
Aunque el relato riguroso en el frente rebaja la intensidad e interés de la historia, cumple uno de los objetivos del libro, que es desmitificar la guerra con la misma crueldad con la que lo hizo el pintor Goya al ilustrar los fusilamientos del 3 de mayo, en contraposición a la guerra noble e idealizada de Velázquez o al kalos thanatos de Aquiles, a quien Ulises apodó como «monarca del reino de las sombras».
Deja una respuesta